El 22 de noviembre de 1996, Fernando Kaoru Nagata abrió su segunda empresa de iluminación, Omega Light, junto con sus tres hijos -Akira, Fabio e Hiroshi- y su colega Paulo Carlik. Pero esta historia empezó a construirse en los años 60, cuando Fernando comenzó su carrera como limpiador de lámparas en la ya desaparecida Lustres Pelotas de São Paulo.

El joven profesional pronto se dio cuenta de su capacidad para el sector. Tras varios años en la empresa, ganó el puesto de director comercial y empezó a vislumbrar nuevos sueños. Su primera empresa, Lustres Projeto, fue líder en el mercado de la iluminación durante su gestión. Sus dos hijos mayores, Akira y Fabio, y Paulo Carlik participaron en esta etapa y vivieron el día a día de la empresa.

Tras la invitación de Fernando, nació Omega Light. Sólo un año después de empezar a curar y distribuir productos de iluminación, nos dimos cuenta de que había espacio para investigar y desarrollar productos con más calidad, así como para personalizar las luminarias y crear piezas exclusivas para proyectos especiales. Por eso, construimos nuestra primera fábrica, en Diadema.
A lo largo de las últimas décadas, hemos protagonizado evoluciones y revoluciones en el sector de la iluminación. Sin duda, el futuro aún reserva muchas novedades. La luminaria siempre será el soporte físico, pero nuestro objetivo es incorporar cada vez más inteligencia y tecnología al producto, aportando más funciones, servicios y experiencias al consumidor final.

Después de todo, ¿cuál es el legado que estamos construyendo? Además de creer en el poder transformador de la luz, entendemos que esta transformación implica un compromiso con la sociedad y el planeta. Estamos invirtiendo mucho en economía circular y consumo consciente. Desde 2014, hemos incorporado la sostenibilidad a nuestros pilares de innovación y diseño. Esta es la cultura que queremos transmitir a las próximas generaciones.